domingo, 28 de abril de 2013

Soy vintage

Esta semana se me ocurrió escuchar una y otra vez, una lista con canciones de los 90's que me hice hace mil años. Si, se que ahora están RE de moda los 90's, que los hipster los consideran vintage (mi adolescencia ya es vintage... mátenme), pero esto iba sin ánimo de parecerme a ningún boludo de esos. Puede ser que la primera vez que me puse a escuchar esta lista estaba un poco borracha, pero me invadió una angustia, algunos le dirían nostalgia, ¿no? Pero es que se me hizo tan Buenos Aires, un pasado que no está sólo lejos en el tiempo, sino en el espacio. 
Me puse a pensar que hubiese sido de mi si hubiese crecido en los 90 aquí, donde todo era tirar manteca al techo. Creo que tendría cinco años más de fiesta encima, pensaría que es una crisis, no poder comprarme ropa 6 meses seguidos, hubiese tenido muchísimos descuentos de familia numerosa, mi madre saldría de trabajar a las 4 de la tarde y también sabría quien carajo son los Tequila, esa banda argentina que los españoles no pueden creer que no conozca. Probablemente, ya sería medievalista y estaría viviendo en otro país de Europa o hasta en Argentina. 


Pero bueno, mi infancia y adolescencia fueron los tardíos 90 argentinos, una suma de miseria, desempleo, huelgas, carpas blancas, sobres caritativos de dinero por debajo de la puerta. No lo cambio por nada, ojo. No tengo ningún recuerdo típico en plan "fiesta de 15" ni "viaje de egresados". Mejor, alta grasada. Pero si recuerdo a mi profesor de música en 1996, Headbangers Ball de MTV.  También del patio de la escuela, la Bond Street. Quedar en el shopping, porque eramos re bananas, no encontrarnos, no tener monedas para el teléfono público y volverme a casa sola como una pelotuda. A veces veo a estas adolescentes de ahora, tanto en España como allá, tan arregladas y yo recuerdo que me hacía apuestas a mi misma a ver cuanto pasaba sin ducharme (y así y todo, me preguntaba porque no era popular).
¡Qué lejos está todo eso! Creo que me estoy replanteando estas huevadas porque este año cumplo el tres cero maldito este, en el Viejo Continente.
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Han pasado unos días desde que escribí lo de arriba, pero anoche cuando volvía de fiesta cantando sola "Under the bridge" por la calle, me di cuenta que significa ese nudo en la garganta: toda esos años tienen un denominador en común, y es la gente que extraño. Mis hermanos, mis viejos, el barrio. Me dirán, "Era más que obvio", pero cuando vivís fuera, tiene que ser de todo menos nostalgia. Sino, cagaste.

domingo, 14 de abril de 2013

Nunca encontré Villa Freud en Salamanca


 

          Siempre pienso que la mejor terapia que existe es escribir, pero como en la vida misma, le rehuyo constantemente. Pienso que si escribiese todas mis tribulaciones, dejarían de serlas. O no. Tenía un blog hace unos años que me servía para plasmar de forma literaria mi odio hacia la vida y principalmente hacia los hombres. Pero resulta que ahora ni odio la vida, ni odio a los hombres (al menos no a uno). Pero si se me pasan por la cabeza muchísimas cosas que necesito, de alguna manera compartir o analizar. 
            
               Mi situación, para el caso, es privilegiada. Hace cuatro años que soy una inmigrante más en el país de los inmigrantes y no, no es EEUU. Hace cuatro años que decidí cruzar el charco. Fue difícil, a veces parecía que la única solución era cruzarlo a nado pero finalmente llegué a la ciudad burbuja, donde todos mis problemas parecieron solucionarse y era feliz. Spain is different, vió. Todo era un cuento de hadas hasta que desperté y me di cuenta que seguía siendo la misma boluda que lloraba por cualquier idiotez, que andaba rogando cariño por ahí y se cabreaba cuando pasaban de ella. Recuerdo cantar a los gritos esa frase de Fito Paéz: "Pero me escapé hacia otra ciudad, y no sirvió de nada porque todo el tiempo estaba yo en un mismo lugar y bajo una misma piel ..." Pero de ahí a volver a Buenos Aires... tonterías las justas, chaval. Decidí sacar el desinfectante, como tantas otras veces, y matar un par de plagas. Y volver a empezar, como siempre, como allá, como acá. Después de todo tenía más de 25 años en una ciudad de universitarios. Tocaba despabilar. Aún me queda. 
             Cometí un acto de cuasi locura patológica, y fui a un psicólogo, mala palabra en España, parte del programa educativo en Buenos Aires. Para la psicóloga atender a una argentina tiene que haber sido "el sueño del pibe", de eso estoy segura. Me ayudo mucho, o al menos eso quiero creer, porque ya no puedo pagarla. ¡Ah si! ¡Oh genio de mí! Soy de las que se vinieron tarde. En el 2001 me la pasé puteando a todos los traidores que se iban en el peor momento de la patria, y en un revés kármico, me vengo en la peor crisis en España en 20 años. Bravo boluda!
              Y bueno, acá estoy. Cuando me vine de Buenos Aires, vine con el complejo "Paris Hilton". No es que haya tenido guita toda la vida, es más, éramos más pobres... Pero bueno, de repente hubo plata y la piba que salía con 10 pesos a una barra libre re grasa en Recoleta, ahora le pintaba caretear en Palermo Hollywood. Ahora, cuatro años después, voy a peores antros que esos, mis dioses son la tríada Día, Mercadona y Carrefour Discount, mi fashion week la hago en Primarks, y cuando me quiero mimar un poco, me paso la piedra pomez en la ducha y me hago una horrible manicura francesa con cosas del chino. Vivir con dos pesos te cambia la cabeza. Me dirán, no te queda otra. Pero sin embargo, le he tomado el gusto a ser bien ratona. Después de todo, es un proceso de adaptación. Los españoles no te sueltan un mango de más ni con un rifle en la cabeza. ¿Será por eso que no hay tanta "sensacíón" de inseguridad?