domingo, 14 de abril de 2013

Nunca encontré Villa Freud en Salamanca


 

          Siempre pienso que la mejor terapia que existe es escribir, pero como en la vida misma, le rehuyo constantemente. Pienso que si escribiese todas mis tribulaciones, dejarían de serlas. O no. Tenía un blog hace unos años que me servía para plasmar de forma literaria mi odio hacia la vida y principalmente hacia los hombres. Pero resulta que ahora ni odio la vida, ni odio a los hombres (al menos no a uno). Pero si se me pasan por la cabeza muchísimas cosas que necesito, de alguna manera compartir o analizar. 
            
               Mi situación, para el caso, es privilegiada. Hace cuatro años que soy una inmigrante más en el país de los inmigrantes y no, no es EEUU. Hace cuatro años que decidí cruzar el charco. Fue difícil, a veces parecía que la única solución era cruzarlo a nado pero finalmente llegué a la ciudad burbuja, donde todos mis problemas parecieron solucionarse y era feliz. Spain is different, vió. Todo era un cuento de hadas hasta que desperté y me di cuenta que seguía siendo la misma boluda que lloraba por cualquier idiotez, que andaba rogando cariño por ahí y se cabreaba cuando pasaban de ella. Recuerdo cantar a los gritos esa frase de Fito Paéz: "Pero me escapé hacia otra ciudad, y no sirvió de nada porque todo el tiempo estaba yo en un mismo lugar y bajo una misma piel ..." Pero de ahí a volver a Buenos Aires... tonterías las justas, chaval. Decidí sacar el desinfectante, como tantas otras veces, y matar un par de plagas. Y volver a empezar, como siempre, como allá, como acá. Después de todo tenía más de 25 años en una ciudad de universitarios. Tocaba despabilar. Aún me queda. 
             Cometí un acto de cuasi locura patológica, y fui a un psicólogo, mala palabra en España, parte del programa educativo en Buenos Aires. Para la psicóloga atender a una argentina tiene que haber sido "el sueño del pibe", de eso estoy segura. Me ayudo mucho, o al menos eso quiero creer, porque ya no puedo pagarla. ¡Ah si! ¡Oh genio de mí! Soy de las que se vinieron tarde. En el 2001 me la pasé puteando a todos los traidores que se iban en el peor momento de la patria, y en un revés kármico, me vengo en la peor crisis en España en 20 años. Bravo boluda!
              Y bueno, acá estoy. Cuando me vine de Buenos Aires, vine con el complejo "Paris Hilton". No es que haya tenido guita toda la vida, es más, éramos más pobres... Pero bueno, de repente hubo plata y la piba que salía con 10 pesos a una barra libre re grasa en Recoleta, ahora le pintaba caretear en Palermo Hollywood. Ahora, cuatro años después, voy a peores antros que esos, mis dioses son la tríada Día, Mercadona y Carrefour Discount, mi fashion week la hago en Primarks, y cuando me quiero mimar un poco, me paso la piedra pomez en la ducha y me hago una horrible manicura francesa con cosas del chino. Vivir con dos pesos te cambia la cabeza. Me dirán, no te queda otra. Pero sin embargo, le he tomado el gusto a ser bien ratona. Después de todo, es un proceso de adaptación. Los españoles no te sueltan un mango de más ni con un rifle en la cabeza. ¿Será por eso que no hay tanta "sensacíón" de inseguridad?


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