lunes, 13 de mayo de 2013

Bicho de ciudad

La semana pasada, como se habrán dado cuenta, andaba nostálgica, así que me fui a una conferencia de un periodista argentino muy reconocido. Entré sola, me senté más o menos en el medio para no llamar la atención, pero escuchar lo suficiente. Después de mirar alrededor y percatar cuantos argentinos hay en Salamanca, de los cuales no conozco a ninguno, no pude evitar escuchar una conversación que sucedía a mis espaldas entre dos profesores (a juzgar por las chaquetas con coderas), españoles ellos. Paso a reproducir lo que decían: "Oye, ¿Sabes el tío este de la Rua Mayor, el yonqui (drogón) que toca tan bien la guitarra, que era de nuestra quinta (generación)? Resulta que ha vuelto a tocar en las calles porque no se que le pasó a su novia, si murió o está presa" "Tu no dirás la yonqui esa que se subió al tejado de la Iglesia de la Purísima, ¿no?" "No, chaval esa no, una que trabajaba con él, en el bar ese de San Justo, hace años!". La historia, por más trágica y marginal que parezca, no me llamó la atención por esto. Dos completos desconocidos hablaban de un hombre al que yo le había dado unas monedas  la noche anterior, estuve el día que la mujer esa casi se tira la Iglesia, mirando desde la plaza de debajo con cincuenta curiosos y San Justo es mi zona de salir, de siempre. Todo me hizo volver a algo que pienso frecuentemente: vivo en un bendito pueblo.
Cuando llegué aquí, todo me pareció nuevo, un montón de caras desconocidas, centenares de bares nuevos,  librerías bohemias, etc. En Buenos Aires, esta sensación te puede durar décadas, en Salamanca, meses. Creo que la primera vez que me di cuenta la magnitud de la "ciudad" donde vivía fue cuando escuché el primero: "Si, si, se quién sos", de un completo desconocido. Yo estaba acostumbrada a caminar por la calle en modo "mueran todos, nadie me mire" y acá llego tarde a todos lados porque me freno cada diez minutos para saludar gente. Ojo, tampoco voy de "soy re famosa", pero la frase: "Te conozco de la noche" en los bares que voy siempre, prefiero asociarlo a que nos conocemos todos, no a ser famosa de noche, vio usted?  
A veces es un poco asfixiante, la cara del boludo ese que te dejo de gustar al minuto de conquistarlo puede aparecer en cualquier momento, que la de la cafetería se acuerde que tomás y no te deje opinar, que los de la biblioteca ya no te pidan ni el carné, que el camarero de un bar te reciba con la frase: "Y, ¿Cuándo te deportan?", las noticias de La Gaceta en plan "Festival de pasteles en Carbajosa" o "Procesión del Cristo de la Soledad en Santa Marta" seguido por la misma foto de los mismos cuatro viejos en todas, hasta el periódico tiene sección Sociales con fotos de comuniones y cenas de abuelos...
A pesar de todo esto, ¿saben qué? No volvería a vivir en una ciudad más grande que ésta. Y no quiero despreciar a mi Buenos Aires querido, pero aquí aún se conservan algunas costumbres que yo pensé desterradas del mundo mundial. España tiene espíritu de pueblo, hasta en Madrid la gente se maneja bajo estos preceptos. Y si, en el fondo, me gusta que me conozcan todos; y si, puede ser que esto de no querer conocer más compatriotas respondan a este estereotipado ego argentino de querer ser la única en Salamanca.

1 comentario:

  1. Hay una cosa muy cierta; la familiaridad tiene un encanto que se pierde en la urbe grande.
    En otro orden de cosas, me preocuparia si me dijesen mucho "Te conozco de la noche"

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